¿Qué tal si ya Llegué a la Cima?
texto: Kevin Beovides Casas
fotografía: Ana L. Tamburini
música: Yamiel Suárez
¿Qué tal sí ya llegué a la cima? A los
veinticinco años. ¿Qué tal si de aquí en
adelante, todo va cuesta abajo, de mal en peor? ¿Acaso no nos
preguntamos todos alguna vez esto? ¿Qué tal si los años
más felices de mi vida ya pasaron?
Esos años de amor correspondido, de felicidad inexpugnable, los
años por los cuales vale la pena vivir.
Debí salir más con ella, debí hablarle de noche,
cargarle la mochila,
y definitivamente debimos templar más.
El amor es siempre una mala inversión, se aplica uno durante
años a buscarlo y se consume en unos pocos meses.
¿Qué tal sí ya llegué a la cima? Pues ¿cuántas
veces se enamora uno? ¡De verdad! Que te mueva el tapete, que
te deje sin aire, que te provoque taticardia. ¿Dos veces? Digamos
que tres, o cuatro... mierda, digamos que eres un tipo enamora'o y que
son cinco veces en una vida entera.
Debí
llamarla más a su casa, debí irla a recoger a la escuela,
debí hacerle más regalos,
y definitivamente debimos templar más.
Y luego ¿cuánto dura? Puede que de aquí
en adelante, todo sea cuesta abajo, de mal en peor. Todo puede estar
cayendo ya, alrededor mío, en un derrumbe que no deja victimas pero tampoco sobrevivientes.
¿Qué tal sí ya llegué
a la cima? ¿Acaso no nos preguntamos todos alguna vez esto? A
los sesenta, a los cincuenta, ¿a los veinticinco?
Debí componerle una canción, debí invitarla a fumar
marihuana,
debí llevarla a la costa y bañarme con ella en los aguaceros,
y definitivamente debimos templar más.
Bien puede ser que no tengamos ya más opciones, sino la mediocridad
del conformismo: no te quedes solo en la vejez, alguien que te ayude
a salir alante, la tibieza pegajosa de las mantas sucias. ¿Y
cuánto, por Dios, puedes aguantar de eso? Hasta el día
que decidas que no vale la pena seguir, y te rindas al cáncer,
al infarto, o a un simple catarro.
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